La Iglesia con Franco

El 1 de abril de 1939 fue el día de la victoria del Generalísimo Francisco Franco en la guerra civil española. Desde ese momento y durante cuatro décadas, la Iglesia estuvo estrechamente ligada a la dictadura del general Franco.
La Iglesia Católica fue, sin duda, una de las instituciones que más se benefició de la victoria de Franco. La jerarquía eclesiástica había bendecido el golpe de Estado y había justificado la guerra al mundo como un » plebiscito armado «. Después de la guerra recibiría la recompensa. Franco abolió rápidamente todas las medidas republicanas que habían socavado la influencia espiritual y social de la Iglesia, y le confió más poder y privilegios.
La intención de Franco fue la de crear un nuevo Estado “regenerador de España». Entre sus objetivos, buscaba afianzar un catolicismo conservador ( se definía a España como » una monarquía católica social y representativa» ) dentro de una concepción unitaria del Estado.
El poder siempre se manifestó desde una triple perspectiva: civil, militar y eclesiástica. Esta última, tuvo en la Iglesia Católica uno de sus sustentos. A cambio del apoyo en la guerra, la Iglesia tuvo un poder de influencia que abarcaba todos los aspectos de la sociedad, un verdadero poder que gozó de privilegios, recibió todo tipo de ayudas y prebendas e impuso la unidad católica con exclusión de cualquier otra religión. Fue, a su vez, protegida del anticlericalismo republicano en un estado que se declaró oficialmente católico (confesionalidad católica del Estado).
Así mismo, se impuso una moral tradicional, autoritaria, de inspiración católica que impregnaba toda las manifestaciones de la vida pública o privada, desde los actos religiosos oficiales hasta la exigencia, para ciertos fines, de certificados de buena conducta expedidos por los párrocos.
Desde el punto de vista cultural, el Estado dedicó esfuerzos ímprobos en controlar y censurar cualquier manifestación cultural ajena al régimen, sobre todo hasta los años 50. La cultura oficial estuvo casi monopolizada por intelectuales católicos y falangistas que exaltaban valores como la religiosidad. Este valor, junto al heroísmo y el patriotismo, pretendían la glorificación de los vencedores de la guerra civil.
Por esto, entre otros aspectos, se habla de la dictadura franquista como un régimen basado en el Nacional-Catolicismo ( nacionalismo español y catolicismo conservador).
El nacional-catolicismo permitió, por así decirlo, la reevangelización de la sociedad y otorgó a la Iglesia el monopolio de la educación. Se pasó de una escuela pública, democrática y progresista a una escuela privada, clasista y represiva. ( ver el vídeo adjunto del final del artículo ).
Dentro del organigrama eclesiástico, existían grupos de presión de inspiración católica ejemplificados, fundamentalmente, en el Opus Dei y la Asociación Católica Nacional de Propagandistas ( ACNDP).
- Asociación Católica Nacional de Propagandistas ( ACNDP):
Fundada en 1909 para difundir el pensamiento católico y combatir el anticlericalismo, defendía la enseñanza católica (con el aprendizaje del catecismo en las escuelas ) y fue muy activa en la propaganda de una imagen exterior de España especialmente católica.
Si bien durante la IIª República, muchos de sus integrantes formaron parte de diferentes organizaciones de derechas – especialmente la CEDA- , durante la dictadura, importantes miembros se incorporaron a las diferentes carteras ministeriales franquistas – la de Asuntos exteriores, por lo dicho anteriormente en relación a la propaganda exterior, y a la de Educación, por la importancia de la Iglesia en este campo-.
Para la difusión de sus ideas se sirvieron de dos periódicos: El Debate y el diario Ya ( en época franquista )
- Opus Dei
El 2 de octubre de 1928, durante unos ejercicios espirituales en Madrid, Escrivá de Balaguer funda el Opus Dei. Gobernado por un Prelado, la prelatura se distribuye en áreas o territorios llamados regiones. Al frente de cada región —cuyo ámbito puede o no coincidir con un país— hay un vicario regional, con sus consejos, para las mujeres y para los hombres. A nivel local existen los Centros, que organizan los medios de formación y la atención pastoral de los fieles de la prelatura de su ámbito. Su principal objetivo era la santificación personal de sus miembros quienes debían aplicar los valores cristianos en sus lugares de trabajo. Adquirió una especial significación, por el gran número de miembros que tuvo y por la alta cualificación profesional. Figuras importantes dentro del Opus Dei como Navarro Rubio y Ullastres – los llamados Tecnócratas – ocuparon ministerios, principalmente económicos, a finales de los años 50 cuando Franco remodeló de nuevo el gobierno en 1957, debido a la crítica situación económica y social.
Por otro lado, la facción pro- monárquica- formada por carlistas o tradicionalistas y los que estaban a favor de don Juan de Borbón ( hijo de Alfonso XIII ) – , pese a sus deseos de una restauración monárquica católica y autoritaria, diferían en sus intereses políticos. Mientras los carlistas defendían la tradición de los fueros locales, los juanistas eran proclives a un estado centralista, sin posibilidad alguna de la existencia de cualquier forma de autonomía y, por tanto, de los fueros locales tradicionales.
Siguiendo la línea de apoyo mutuo entre la Iglesia y Estado, se firmó un nuevo Concordato con la Santa Sede en 1953 donde el Estado español concedía a la Iglesia enormes concesiones de todo tipo – económicas, patrimoniales, judiciales, educativas, etcétera -a cambio de su apoyo al régimen.
El Concilio Vaticano II ( 11 de octubre de 1962 – 8 de diciembre de 1965 ) , en el cual se promovió el desarrollo de la fe católica y la renovación moral de la vida cristiana de los fieles y, cuyo eje se basaba en adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de los tiempos, ayudó a que la sociedad española fuera adquiriendo una nueva mentalidad – pese al rígido control gubernamental en los ámbitos socioculturales -. Se fue reivindicando la libertad de pensamiento y un sector de la Iglesia española comenzó a distanciarse algo del régimen. Fue también la época de la secularización en masa de miembros del clero.
Dichos postulados reformistas del Concilio Vaticano II unidos al despertar de conciencias en torno las injusticias sociales y políticas por parte de determinados sectores del catolicismo, provocaron críticas al régimen como :
- Las declaraciones del abad de Montserrat, Aureli M. Escarré: «España aún se encuentra dividida en dos bandos. Los vencedores, entre ellos la Iglesia, no han hecho nada para poner fin a esta división entre vencedores y vencidos: este es uno de los fracasos más lamentables de un régimen que se dice cristiano, pero que no obedece los principios básicos del cristianismo». Estas palabras provocaron que tuviera que exiliarse
- la manifestación de sacerdotes en Barcelona en protesta por las torturas policiales a un estudiante (1966)
- el protagonismo de organizaciones católicas (JOC,HOAC) en las movilizaciones obreras.
Como reacción a todo ello, en 1967 se creó la Ley de libertad religiosa – reducido marco de tolerancia religiosa – que , aunque marcó una teórica apertura, no tuvo una significación especial debido a que pocos eran los españoles que profesaban otra religión diferente.
Esta disidencia católica se incrementó en los años setenta y representó el distanciamiento de una parte de la jerarquía eclesiástica, la expansión de actitudes antifranquistas entre los sacerdotes jóvenes y la radicalización de comunidades cristianas. No pocos sacerdotes colaboraron o militaron en la clandestinidad formando parte de los sindicatos y partidos opuestos al franquismo ( «curas rojos» )- fundamentalmente en PC y CCOO – .